lunes, septiembre 8, 2025
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El futuro de la tecnología es la biología

La historia del transporte nos muestra que cada avance requiere un nuevo motor: los caballos daban paso a la máquina de vapor, y luego al motor de combustión de cuatro tiempos que impulsó al automóvil. Cada innovación humana necesitó inventar su fuente de energía.

La biología, en cambio, funciona de manera completamente distinta. Los circuitos neuronales que nos permiten leer utilizan la misma fuente de energía que las bacterias hace 4.000 millones de años. Este “motor” es el metabolismo central: una red química capaz de aprovechar cualquier fuente de energía, desde la luz solar hasta los alimentos, desde fumarolas oceánicas hasta organismos marinos, adaptándose siempre a su entorno.

Mientras la ingeniería humana progresa de lo superficial a lo fundamental, la biología construye lo complejo desde sus principios más básicos. Sin un diseñador central, las soluciones emergen de leyes universales, que funcionan porque no pueden fallar, o desaparecen.

Además, la biología gestiona la información de manera sorprendente: un gramo de ADN puede almacenar hasta 200 petabytes, miles de veces más que un disco duro convencional, y con durabilidad que supera decenas de miles de años. La computación basada en ADN se perfila como un campo prometedor, gracias a esta eficiencia y resistencia.

No se trata de que los seres vivos sean “superiores” a la tecnología: los aviones superan a las aves, las calculadoras superan la rapidez humana y la inteligencia artificial procesa datos a velocidades inalcanzables para nosotros. La diferencia está en cómo se construyen los sistemas: la evolución trabaja de abajo hacia arriba, resolviendo primero los principios fundamentales de la vida, desde la energía hasta la locomoción y la protección frente al entorno.

Como apunta el neurocientífico Rafael Yuste, la inteligencia artificial actual aún se basa en modelos inspirados en la neurología de los años 60, mientras que la biología sigue avanzando en la complejidad de sus redes neuronales. Comprender estos principios podría guiar el desarrollo de tecnologías más eficientes y sostenibles.

La biología no solo nos enseña sobre la vida, sino que podría ser la clave para el próximo gran salto tecnológico.

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