El cierre del gobierno en Estados Unidos cumplió 36 días, convirtiéndose en el más largo en la historia del país. Sin un acuerdo en el Congreso, millones de ciudadanos enfrentan la suspensión de programas sociales y retrasos en aeropuertos por falta de personal.
Más de 42 millones de personas han dejado de recibir apoyos del programa de asistencia alimentaria SNAP, mientras los controladores aéreos continúan trabajando sin salario, lo que ha provocado cancelaciones de vuelos en distintos puntos del país.
Tanto republicanos como demócratas se responsabilizan mutuamente del estancamiento. La oposición exige mayores fondos para el programa sanitario conocido como Obamacare, mientras que los republicanos —que dominan el Congreso— acusan a sus rivales de intentar beneficiar a migrantes indocumentados.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, responsabilizó directamente al expresidente Donald Trump y a los republicanos por la parálisis, afirmando que “los estadounidenses no deberían pagar el precio de un juego político que pone en riesgo la seguridad y los servicios esenciales del país”.
Este cierre ya supera al ocurrido en 2019, cuando la administración de Trump mantuvo inactiva la estructura federal durante 35 días, también por desacuerdos en el presupuesto. Si no se llega pronto a una solución, cientos de miles de trabajadores federales podrían volver a quedarse sin salario o ser suspendidos temporalmente.
